domingo, 28 de septiembre de 2014

Tiroxina



 
Me encuentro en un nuevo estado fuera de mi sintonía.
Mi cuerpo no me pertenece y mis dientes trituran los Rocklets con monotonía, sólo por inercia
De cuatro palabras que escribo, sólo una me sale bien a la primera
mi mente no se conecta, no me pesca.

En mi nuevo estado mis manos se sienten dormidas
mis mejillas se sienten sonrosadas, calurosas, encendidas.
Me siento capaz de TODO. Puedo llorar mientras me rio.
Puedo caminar mientras mis alas me elevan sobre un Puente Alto tranquilo.

Mis dedos se estancan, me concentro en miles de cosas a un mismo tiempo,
y se me olvida la idea, pero esta vuelve diez veces más fuerte,
con frases desconocidas e incoherentes.

Me encuentro fuera de mi sintonía. Las palabras no son mías,
mis párpados me hacen ver decaída
Y en medio de mi filosofía, pienso en las flores, en las mariposas, en el sol y la primavera
mientras observo el paisaje que se extiende afuera,
el día gris, las nubes tristes, los sonidos de los vestigios del invierno.
Siento el sabor agrio en mi boca, que se mezcla con el de los Rocklets Glam
no me desagrada, pero tampoco me agrada. Debería estar haciendo stickers
Debería estar corriendo por las calles y saltando sobre las volutas del Lucky Click.
Debería estar haciendo poesía, y sólo consigo hacer oraciones repetidas.

No soy consciente de lo que hago ni lo que digo.
Soy Vallejo, Lorca y Bukowski. También soy Emma Watson y salí con la Kaya Scodelario.
Y las canciones en orden aleatorio, me las salto una a una porque todo me parece monótono.
Me siento pegada como un chicle rosado bajo la mesa de la sala.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Fusión


Al punto de volverme loca
me ahogo en los cinceles de los hielos de la noche,
dibujo imágenes con las sombras de los pinceles
y veo dormir y deshacerse la silueta del que alguna vez yo fui.

Me encuentro encerrada entre horizontes extensos,
donde la hiedra me extiende sobre la columna azul del pensamiento vertical.

Mis movimientos se confunden con las olas
y mis gritos se estancan en mi garganta.

Mis ojos, dos almendras descompuestas.
Mis orejas, dos tulipanes sin flor.


Evoco tu imagen en el firmamento.
Tu silueta que se torna transparente.

Cierro mis ojos porque realmente no quiero verte.
No quiero entenderte, sin embargo quiero tenerte.


Lee mi lenguaje,
escucha lo que te grita mi mirada
y oye lo que mi cuerpo te expresa.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Para vivir sólo necesito.


Sólo necesito el mar y las rocas para vivir.
La brisa marina, fresca, que pasa ligera entre tu cabello y tus frías mejillas, que ondea tu silueta, que produce escalofríos. La brisa que susurra el nombre de las olas, que te cuenta los secretos del mar, los secretos del horizonte y la infinidad.


Sólo necesito el mar y las rocas para vivir.
La arena seca que guarda los rayos del sol para quemar la planta de tus pies; que se cuela entre tus dedos y se pega a las hebras de tu pelo. Y la arena húmeda, que se imprime de nuestras pisadas, donde sembramos nuestro camino, donde dibujamos corazones con las iniciales de nuestros nombres, creyendo que serían historias eternas.


Sólo necesito el mar y las rocas para vivir.
Y las olas, con sus miles de secretos, la espuma que te cuenta mágicas historias que quieres creer para sentirte parte del cuadro que estás observando. La marea que inspira tus sueños y que recoge tus malos pensamientos.
 

Sólo necesito el mar y las rocas para vivir.
La roca donde te recuestas para recibir el calor del sol sobre tu cuerpo; donde escuchas el reventar del mar. Sí, esa roca que corta el flujo del océano, que detiene su camino y aprisiona lo único libre que creías que existía.


Sólo necesito el mar y las rocas para vivir.
Y el firmamento reflejado en los azules del océano. La luna mirándose coqueta, sonriendo a su propio reflejo.

Y a ti. A tu silueta moldeada con la luz de la noche que entre a través de la ventana. La brisa que mece tus ropas y me permite la dulzura de tus curvas. Tus labios fríos y secos, el sabor a sal marina de tu piel. Tus huellas en la arena húmeda, que se las lleva el mar, al igual que los dibujos de los corazones y las iniciales de nuestros nombres.


Para vivir sólo necesito tu silueta saltando desde la roca hacia el mar.